Juego




¡Qué feliz soy cuando vamos a pasear por el bosque! 

Aunque el día esté gris y me hunda al caminar en la tierra arenosa, no hay mejor placer que el aire puro entrando en todos mis sentidos. Me llena de energía, tengo unas ganas locas de correr, de olisquear todo lo que voy encontrando a mi paso.

De pronto, me paro para sonreírle con la mirada y ella, ella hoy está diferente, noto su tristeza, no ha dicho nada en todo el camino, está seria, me estoy preocupando… 

¡Ese árbol, lo recuerdo, su aroma es inconfundible! Un día nos sentamos aquí, a su lado y ella me estuvo acariciando hasta que me quedé dormido. Nos estamos acercando a él, qué felicidad si otra vez me arrulla y me hace mimitos con sus manos suaves y ligeras que me hacen tocar el cielo. 

¿Porqué me ata? No me voy a escapar… 

Muevo la colita graciosamente y le enseño mis dientes con la mejor de mis risitas y entonces la veo, una minúscula lágrima se desliza por su cara y se me rompe el corazón, me entra un temblor y tengo que estirarme, un mareo me invade y mi hocico se hunde entre el polvo. 

La veo como se aleja y pienso que es un juego, que ahora volverá y nos uniremos en un abrazo infinito. 

Está tardando, empiezo a tener frío, miro a todos los lados, seguro que ahora aparecerá…

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